sábado, 27 de julio de 2019

CAPÍTULO 11.- Morsas, Caballos y curvas.

Vane y Pedro ya se encontraban en Pamplona. Habían hecho un viaje bastante largo desde Asturias, con escala en Burgos a lomos de su 650GS carmesí. Hoy era el día, hoy se despedían de la media cilindrada y del motor monocilíndrico. Hoy el color rojo iba a ser cambiado por el color berenjena de una flamante 1200RT de refrigeración líquida. Cambiaban una bicicleta por una MOTO (con letras mayúsculas).
Nos saludamos efusivamente. Sus caras reflejaban una gran emoción. La misma cara que tiene un niño cuando se levanta el día de Reyes a abrir sus regalos. Sacamos la nueva montura, ya bautizada entre risas y fotos de morsas (algún día lo explicaré) como "ENVIDIADA".

El pasado y el futuro... 

Envidiada tiene todo lo que debe tener una gran moto de turismo, incluida una potente radio y unos asientos, como diría el gran Majes en Moto, "¡¡Tope flama del business!!". El color berenjena le da un gran toque de distinción a medida que le da la luz de una u otra manera; a veces parece negra, otras granate. Con sus 120cv y sus 1200cc sabía que a partir de ahora sería más difícil dejar a Pedro atrás en los puertos de montaña.
Después de unas pequeñas comprobaciones, subieron a la nueva adquisición y pusimos rumbo los cuatro a comer, no sin antes repostar. Bea se tuvo que ir a trabajar pronto, por lo que quedamos los tres rellenando nuestro sistema digestivo en el bar Irulegui.
Comimos el menú del día apto para rebosar estómagos de tamaño XXL, y por tan sólo 11€, muy barato comparado con cualquier otro restaurante navarro. El día era caluroso y las bebidas corrían por nuestras gargantas a la misma velocidad que un F1.
"Os voy a llevar a Francia y vais a flipar con los paisajes" les espeté. Pusimos rumbo por la N135. La Negra le enseñaba el camino a Envidiada. La primera parada fue en Zubiri donde se fotografiaron Vane y Pedro en el puente medieval de la localidad.
Rodando por la N-135

Puente medieval de Zubiri

En Zubiri
El calor seguía apretando por lo que volvimos rápidamente a nuestras monturas y tomamos el desvío a la NA-138. Tras varias curvas rápidas y un par de ellas cerradas, el pantano de Eugi fue testigo de la siguiente captura.
Postureo del bueno en el pantano de Eugi
Acto seguido aparcamos en el pueblo, y tras sentarnos en la terraza de un bar, nos relajamos y nos rehidratamos. La primera toma de contacto con la RT estaba hecha, y me contaron sus primeras impresiones sobre la recién llegada a la familia, todas positivas.
Volvimos a rodar. La siguiente parada fue la Real Fábrica de Armas de Eugi, Allí carboneras, calderas, hornos y talleres varios ya eran sólo parte del pasado, quedando hoy en día nada más que las ruinas de un lugar histórico.
La Negra en la Real Fábrica

Con Pedro

Envidiada en todo su esplendor

Restos de la Real Fábrica
Tras inmortalizar la parada, seguimos rumbo Norte. La vegetación empezó a rodearnos por todos lados. Túneles formados por ramas y hojas en todo su esplendor,  nos acompañaron gran parte del trayecto hasta una vez descendido el Alto de Urquiaga.
Túneles verdes

Envidiada junto a Vane y Pedro

Alto de Urquiaga
Unos kilómetros más allá habíamos llegado a la frontera. Aparcamos estratégicamente nuestras monturas para sacar la foto de rigor, momento en el que fuimos sorprendidos por unos equinos que se acercaron a nosotros para tratar de robarnos el poco dinero que teníamos encima.
Querían nuestro dinero

Nos amenazaron con no dejarnos continuar viaje

233 cv pueden verse en esta foto

Tras rodearnos y amenazarnos, negociamos la rendición a cambio de varias caricias en sus alargadas caras. Acto seguido tomaron la carretera hasta la entrada a una finca, donde tenían su guarida a la sombra de varios árboles. Y es que Lorenzo seguía pegando, pero llegados a los Pirineos, la temperatura no pasaba de los 27ºC por lo que, después de los casi 40 que habíamos dejado en Pamplona, estar allí era una delicia.

Iniciamos descenso ya metidos en el país galo. Pueblos pequeños de blancas y enormes casonas eran atravesados por las dos BMW. Saludabamos al pasar a sus gentes, las cuales sonreían y nos devolvían el saludo, porque el ser cortés no está reñido con nada. En pleno SXXI donde lo único que importa es el dinero y el vivir a toda prisa, la educación ya es cosa del pasado. Menos mal que nuestros padres y abuelos nos inculcaron desde pequeños buenos modales.

Tras descender por la D58, nos desviamos en Aldudes por la D948, siempre sentido Norte hasta llegar a la población de Saint Étienne de Baïgorry y desde allí a Eyharce, donde tras cruzar un paso a nivel y un puente sobre el río Nive, giramos a la derecha tomando la carretera D918.
Acompañamos al Nive todo el trayecto hasta llegar a la que sería otra de las paradas de la ruta: Saint Jean Pied de Port (San Juan Pie de Puerto).
San Juan
Llegada a San Juan
Estacionamos en la Place Floquet y nos sentamos en la terraza del Cafe de la Paix, donde dos cervezas y un agua con gas supusieron ni más ni menos que casi 20€.
Sonrisas antes de ser atracados por segunda vez en el día
¡Madre mía como afeitan en Francia!. Entre bebidas y combustibles se hacen de oro a costa del turista. Menos mal que nuestras mimadas tienen buenos depósitos y no hizo falta que nos atracaran en ninguna de las gasolineras del país vecino.
Toda vez volvimos a cabalgar nuestras motos, la D933 nos llevó a Arneguy, un pueblo francés que hace frontera con España. Las viviendas se encuentran en el lado francés, pero los bares y las gasolineras en el lado español, por aquello de los impuestos varios.
Ya entrados en nuestra amada España, fuimos subiendo por Valcarlos hasta el Alto de la Ibañeta. Esta vez Envidiada circulaba por delante, ágil y a buen ritmo. El quedarse descolgado ya era cosa del pasado para Pedro y circular sin escuchar música también. Coronamos el alto de la Ibañeta, donde la Ermita de San Salvador nos saludó de la misma manera que lo hace cada día con cada uno de los muchos peregrinos que se dirigen a Santiago. A su lado, un monolito recuerda que en ese paraje falleció el General Roldán, mano derecha del gran Carlomagno, a manos de un ejército supuestamente formado por bascones y apoyados por soldados sarracenos.
Monumento a Roldán

Alto de la Ibañeta

Alto de la Ibañeta y Ermita de San Salvador

A pocos kilómetros de allí, hicimos nuestra última parada del día, en la localidad de Roncesvalles. Su palacio y el Camino de Santiago fueron capturados por las cámaras de nuestros teléfonos móviles.
Inicio del Camino de Santiago desde Roncesvalles

A partir de ahí pusimos rumbo de nuevo a Pamplona. Ya empezaba a oscurecer y Lorenzo ya mostraba signos de fatiga debido al gran esfuerzo que había realizado por dejarnos bien morenos durante todo el día. Varios pueblos y curvas después,aparecimos en Pamplona, donde nos separamos. La Negra se fue para su garaje y Envidiada para el fresquito que le brindó el garaje del hotel NH.
Al llegar a casa como siempre Arya me recibió como ya es costumbre y como las costumbres hay que respetarlas, bajé con ella para que expandiera por el parque que hay detrás de mi casa.










lunes, 10 de junio de 2019

Capítulo 10.- Asturias ruta querida

   Son las 15:30h cuando aprieto el botón de Start de La Negra. El estruendo inunda el garaje de mi casa en Suarías, un pequeño pueblo ganadero y agrario situado a pocos km. de Panes, en plenos Picos de Europa que, aunque apenas tiene un puñado de simpáticos y abiertos habitantes, su situación privilegiada acoge unas vistas inimaginables, en las que altas montañas acompañan el recorrido del río Cares-Deva, llegando a fundirse con la línea costera astur en la Ría de Tina Mayor, referencia de división entre Asturias y Cantabria.


   La primera para abajo y salgo junto a Bea dirección Panes. Hemos quedado con nuestros amigos Vane y Pedro; nos conocemos desde el año 2002 y comparto con ellos profesión.
Llegamos a Panes por una carretera sinuosa a la par de estrecha y nos desviamos por la AS-114, carretera llena de curvas, excavada en el desfiladero paralelo al río Cares, en las que hay que circular con mucha atención debido a los numerosos desprendimientos.
  Atravesando la capital del queso asturiano (Arenas de Cabrales), y la famosa a la par de hitórica Cangas de Onís estamos por fin en Arriondas, lugar donde se inicia la famosa prueba del Descenso del Sella. Tras sacar algo de dinero de un cajero,  llegamos al mismo tiempo que Vane y Pedro al lugar de encuentro. Ellos van a lomos de una monocilíndrica carmesí F650GS, eso sí, muy bien cuidada. 
Nos saludamos y decidimos subir el Fito y tomar una botellina (de sidra, por supuesto) en Villaviciosa.
Pues nada, nos subimos a nuestras monturas y ascendemos por la AS-260. La carretera es estrecha y muy sinuosa, con curvas muy irregulares, muchas de ellas sin señalizar. La Negra va tumbando una tras otra mientras poco a poco se come los kilómetros que nos separan del mirador. Vane y Pedro van a otro ritmo, al ritmo que les permite la monocilíndrica. A pesar que Pedro es un buen motero, experimentado y mete la ágil GS es todas las curvas a buen ritmo, el ascenso que permite la mecánica que cabalga no da para más y en algunos momentos se quedan atrás. Damos cuenta de varios vehículos y alcanzamos nuestro primer "check point". Apago momentáneamente el corazón de la Negra y con un suave movimiento de pierna la apoyo sobre su pata de cabra. Nos bajamos los cuatro de nuestras mimadas y subimos un sendero lleno de escalones hasta alcanzar el mirador. Ante nosotros y a pesar de encontrarse el cielo totalmente nublado observamos la línea costera, a varios kilómetros de distancia.


 La temperatura durante la ascensión ha caído hasta los 11°C y el fresquito penetra nuestros técnicos ropajes.
   Varias fotos después nos volvemos a subir a nuestras motos y ponemos rumbo descendente, hacia el Norte. Al final de la vía, enlazamos con la N-632 y llegamos tras varias curvas a Villaviciosa. A su entrada circulamos al lado de la famosa fábrica de "Sidra el Gaitero" símbolo navideño patrio astur. ¿Quién en España no ha celebrado algo descorchando una de sus botellas?

   Estacionamos la lado del Ayuntamiento y tras caminar por sus calles buscando una buena sidrería, se decide entrar en la sidrería Lena. Allí se da cuenta de varias botellas de sidra Trabanco mientras las risas y las anécdotas inundan el local. 
   Se va haciendo tarde e informo que he de ir a hacer algo de compra, asi que nos levantamos y acudimos prestos al Mercadona del pueblo pero justamente antes nos hacemos unas sesiones de fotos en una obra de arte consistente en un sobrero gigante el cual contiene varias manzanas. 


   Al llegar al Mercadona y tras escoger varios productos y pagarlos, Vane y Pedro nos llevan a otra sidrería que conocen bien. Al llegar nos comentan que en ella se grabaron algunas escenas del famoso anuncio de la Lotería de Navidad de 2016, en el que todo un pueblo simula que ha tocado la lotería para hacer feliz a la maestra del pueblo, que ya entrada en años, padecía Alzheimer. En el minuto 1:33 lo tenéis:

   Ya es tarde, el hambre aprieta y estamos en buen sitio para aliviar nuestros estómagos.
   Unas croquetas, junto a unos choricillos a la sidra y una buena ración de pollo al ajillo, todo ello regado con varias botellas de buena sidra consigue aplacar nuestra "fame"; todo por 10€ por cabeza. Un chollo, vamos. Salimos de la sidrería con una sonrisa en nuestras bocas a pesar de ver en la tv del "chigre" la derrota de nuestro querido Real Oviedo a manos del Osasuna. 


   Ha llegado la hora de despedirnos. Tras abrazarnos y prometernos volver a juntarnos pronto, separamos nuestras rodadas.
    Ya es de noche y el cansancio va haciendo mella. 
   Pongo rumbo hacia Infiesto, y desde allí de nuevo a Arriondas, donde vuelvo a tomar la AS-114. Enciendo las luces auxiliares de la Negra, que me dan mucha más visión de la vía, y poco a poco, con precaución y oraciones para no encontrarme con algún obstáculo en la vía, o peor aún, con algún animal, llegamos a Suarías, donde nos recibe nuestra perrita Arya, solicitándonos mimos, muchos mimos, que por supuesto le damos con mucho gusto.
¡Hasta la próxima! 

sábado, 18 de mayo de 2019

Capítulo 9.- Atraco en la Costa

Lorenzo se introdujo por toda la habitación al levantar la persiana. Ni una sola nube en el cerúleo. Después de quitarme las legañas con ayuda de una ducha de agua hirviendo, decidimos Bea y yo ir a conocer San Sebastián. Tras un ligero desayuno bajamos al garaje. Un chorrito de aceite fue el desayuno de la Negra. Una vez comprobamos sus presiones y niveles, accionamos su pulsador de arranque. El rugido del estómago bóxer inundó el garaje. Salimos al exterior y las gafas de sol se hicieron casi obligatorias. Pusimos rumbo Norte a través de la N-121A. La Negra fue todo el trayecto dando cuenta del tráfico, adelantamiento tras adelantamiento. El trayecto hasta Irún se nos hizo corto, admirando las flores que adornaban las montañas al son de una suave brisa primaveral.
Irún es deprimente. Gris. Lleno de edificios melancólicos próximos a una atribulada ría que limita con el país galo. 
Nada tiene que ver con Hondarribia, llena de colores, vida y edificios vistosos con un precioso espigón testigo de buenas jornadas de pesca. Entre ambas localidades no hay ni un kilómetro de distancia, pero son como el día y la noche. 
Tras tomar la GI-636 y pasar al lado de Rentería, Lezo y Pasajes, llegamos a un San Sebastián nublado y ventoso. Viendo los edificios alrededor nuestro, pudimos comprobar que estábamos en una ciudad señorial y llena de vida. La ría donde desemboca el río Urumea nos recibió llena de puentes distinguidos y adornados.

Dejamos la Negra descansando al lado de la Playa de la Concha. Es lo bueno de la moto, que siempre hay dónde poder estacionarla.
El paseo nos recibió lleno de runners y paseantes variopintos, el Astro Rey se dejaba ver tímidamente entre esponjosas nubes,


y en el horizonte varias embarcaciones disfrutaban del vaivén calmado que ofrecía Neptuno. 
Tras la visita a la costa, establecimos nuestros andares en dirección sureste para poder ver la Catedral. Al llegar, nuestro gozo en un pozo. Andamios y redes de obra cubrían la imponente torre, como si de un preservativo puesto en una verga se tratara. Siento tal mundana descripción, pero fue lo primero que me vino a la mente. Puede que fuese debido a mi irritación y malhumor, puede que simplemente a mi calenturienta mente... ¿o quizás pudiese ser debido a la suma de ambas cosas? 
Por lo menos el acceso a su interior era gratuíto. Fue acceder por el portón de entrada y unas elaboradas y coloridas vidrieras nos dieron la bienvenida, acompañadas de unas neogóticas columnas. 


Al fondo, un modesto, pero bien iluminado altar, era testigo de nuestra curiosidad. 
Tras un rato, nuestros vacíos estómagos protestaron. Había que buscar un sitio para comer. El elegido fue el Bar Cachón. Nos sentamos en su terraza y pedimos sendas cañas mientras preguntabamos por el menú. Cual sería nuestra sorpresa que comer allí nos iba a salir por casi 60€ por lo que pedí la cuenta de las mencionadas cañas para dirigirnos a otro sitio donde comer fuese más barato. La señal al camarero fue enseñarle un billete de 5€ mientras le dije "cóbrate por favor". Acto seguido me trajo un tiquet en forma de pistola y al grito de "¡¡¡Manos arriba, esto es un atraco!!!", me exigió ni más ni menos que 7,40€ por ambas bebidas. Mi cara se convirtió en un poema tétrico. Miré a los ojos al atracador mientras que mis pensamientos no podían hacer otra cosa que no fuera "cagarme en su puta madre". 
¿7,40€? ¡¡¡¡Pero que eran dos mierdas de cañas, y encima mal tiradas!!!! 

-Tómala como si fuese la última de tu vida - le espeté a Bea mientras le enseñaba la cuenta. Abrió los ojos como si de un búho se tratase y su tez quedó blanca y petrificada. 
Volví a acordarme de todos los muertos del personal que allí trabajaba, maldiciendoles a todos ellos, y nos levantamos dejando pagadas las consumiciones sin dejar propina alguna. Nos dirigimos a otros restaurantes de la zona a comparar precios para poder comer. La mayoría de locales tenían de viandas pincheo, eso sí, exigiendo a la hora de pagar el hígado, riñón, y en algún local incluso el alma. 
Menos mal que encontramos un Kebab cercano (¡Viva Paquistán!), donde pudimos llenar nuestras panzas y nos ofrecieron un servicio mucho más profesional por muchos menos billetes. 

Tras salir del local, nos volvimos a montar en la Negra, esta vez con la promesa de no volver hasta que nuestros nombres aparezcan en la revista Forbes. 
Deshicimos el camino por el que habíamos llegado, no sin antes entrar en Hendaya para hacernos la foto de rigor en suelo francés. 
Por último la N-121A fue testigo de nuestro regreso a casa, esta vez con la cartera mucho más ligera. Nada más poner un pie en el hogar, nos recibió Arya, la cual nos exigió inmediatamente ir al WC y ya de paso jugar con sus amigos los cuales la estaban esperando. ¡Qué felicidad!