El día 31 de marzo, en pleno confinamiento, había terminado mi jornada laboral a las 22:00h. Me cambié y tras ponerme mis pantalones de kevlar, mi chaqueta con sus protecciones, los guantes y el casco, me subí a mi amada Negra y me dispuse a regresar a casa mientras el cielo escupía una débil lluvia.
Ni un km llevaba de trayecto cuando saliendo de una rotonda para tomar la autovía que me levaría a casa, pierdo sorpresivamente la adherencia del neumático delantero, un Continental ContiTrail Attack 3 con menos de 500km. La caída es inevitable. En el suelo me digo "suelta la moto... suéltate de la moto". Lo hago y me veo arrastrándome en una dirección distinta a la Negra, pudiendo ver cómo se deslizaba sobre su costado derecho mientras yo me iba contra el muro de la mediana de la autovía. Me digo "ahí voy, el muro... ¡¡EL MURO!! y de repente el lado izquierdo de mi cuerpo impactó con gran violencia, a la vez que el ruido de una bomba retumbó dentro de mi casco.
Me consigo poner en pie, me quito el guante izquierdo y automaticamente me doy cuenta que me he roto algo de la mano. Sí, la misma mano en la que me rompí el escafoides. Corro hacia la moto y consigo levantarla. Tengo el cuerpo dolorido pero anestesiado gracias al subidón que me proporciona la adrenalina.
Llamo por teléfono y hago las gestiones para mi retirada y la de mi montura. Ambos tenemos que pasar por el taller. Al llegar al mío me digo "menuda fecha para venir al hospital con la que está cayendo". El trato fue raudo y exquisito por parte de los sanitarios que me atendieron, y tras una radiografía, los pronósticos se confirman.
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Comparación de manos |
Me informan que la rotura es muy fea, que el metacarpo del meñique (se encuentra en la palma de la mano) está totalmente astillado y que debo pasar por quirófano. Me operarán a la mañana siguiente, por lo que sólo me queda pasar una noche entre dolores, calmantes y mis propios pensamientos intentando comprender en qué erré. Mi velocidad no era alta, el suelo estaba mojado pero los neumáticos estaban en perfecto estado, y el hecho de que haya sido el neumático delantero el que perdió la adherencia me desconcierta totalmente, sobre todo cuando estaba volviendo a la verticalidad.
Aparte de la mano, tengo golpes por todo el cuerpo, y aunque el pantalón y la chaqueta hicieron su trabajo evitando grandes quemaduras, sólo pudieron amortiguar en parte los golpes.
A la mañana siguiente entró en quirófano mi amoratado e hinchado cuerpo serrano, y con un torniquete y anestesia local, me recompusieron el hueso, eso sí, con la ayuda de una placa y cuatro tornillos. Salgo de quirófano y tras el postoperatorio me suben a planta. El dolor se intensifica y después de una tarde llena de dolores aliviados gracias a los fármacos, me dan el alta.
Llegar a casa se convierte en un alivio. Vuelvo a mi hogar junto a Bea y Arya. Tras una noche en la que sorprendentemente logré dormir del tirón, consigo vestirme y vamos a ver a mi compañera de caída. A pesar de algunos "rascones" se encuentra mejor que yo. Gracias a todas sus protecciones, los daños no pasan de ser estéticos.



Van pasando los días y lo mío va mejorando pero a una velocidad más lenta de lo que a mi me gustaría. Debido a la gravedad de la lesión, empiezo muy pronto con la rehabilitación. Los dolores siguen. Cada día que pasa de confinamiento es un día de tristeza y de comedura de tarro, intentando auntoconvencerme sin éxito de que me voy a recuperar del todo.
Así día tras día hasta el día de hoy. Ya han pasado casi dos meses y aunque estoy mucho mejor, no me encuentro recuperado del todo. he perdido mucha fuerza en la mano y algo de movilidad.
Os dejo la evolución de mi mano


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Mi rehabilitadora me dice que no me preocupe que me voy a quedar igual de bien, que va a conseguirlo cueste lo que cueste. Si lo logra, lo veremos en el próximo post, y si no, me veré obligado a vender a mi amada de dos ruedas y cerrar este blog.
¿Qué pasará?
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